viernes, 8 de enero de 2010

Una mágica CH







I. Magia.


En una tarde de enero, no digo cualquier tarde porque definitivamente no lo fue. Era el día perfecto para pasar dentro de la cama entrepiernados, juntos, echando flojera, viendo alguna película rosa sin ninguna preocupación, lamentablemente no todas las condiciones estaban para que esa tarde fuera así, estaba sola, no había palomitas asi que era un pretexto para ir a caminar sin rumbo, divagar, huir...


Me dirigí sin rumbo, habiendo tantos lugares a donde ir, recordé lo que me gustaba ir a coyoacán, después de todo ahi la gente divaga, huye y como plus estaban los mimos, los hippies, tal vez alguna lectura de mano con la viejita que a demás de tu futuro te daba consejo.  


Llegué al centro, había mucho color, gente, música que llena mis oídos de magia y mis palabras encuentran en la inspiración su razón de ser. Las expresiones de los mimos que expresan todo lo que un alma quiere decir. 


Di una vuelta por la plaza, compré mis obleas de colores, es curioso pero el solo probarlas me produce mil sensaciones, pasadas tan agradables que es una delicia, es como comer risas antiguas aderezadas con carcajadas presentes. 


Ya me había olvidado por que adoraba ese lugar, era como estar fuera de la ciuda, dentro de la misma, llena de contrastes, detalles coloniales, diversidad de personas, había mucho en ese espacio que me llenaba, que me hacía revivir mil cosas. 


Me senté en la macetera para observar, tal vez captaría la esencia del tatuador o el entusiasmo de la señora que hace las tortillitas dulces e inunda el ambiente con ese aroma tan particular, o la nostalgia del poeta que vende su obra en folletos que valen el precio que el lector decida, el pintor que ofrecía sus caricaturas a la pareja enamorada que pasaba frente a la iglesía, el intelecto de quienes salen de la librería ansiosos por oler las hojas nuevas o viejas de sus libros,  los años de amistad de esas personas en el café y de la primera gota de lluvia, todos esos detalles que llenaban de color las nubes grises en el cielo.   Después de jugar con la cámara un rato, sentí que alguien me miraba, giré mi cabeza y te vi jugando con tu cámara, ahora tu sentirías la mirada que te distrae del lente. 


II. Encuentro. 


Te sorprendí cuando descuidada hiciste un par de tomas de mi meditabundo rostro, con mis ojos en busca de ideas, no dudé en ir a reclamar los derechos de esa imagen, que por encima de todo era mia. Cuando me viste dirigirme hacia ti, vi tu rostro sonrojado queriéndose ocultar en tus gafas, pero te fue imposible, sonreíste tímidamente y me dijiste: 
-Perdón, no quise incomodarte.
Me enternecí tanto con tu gesto que fué muy complicado expresar molestia y una sonrisa se asomó por mis labios y respondí: 
-¿te gusta la fotografía verdad? 
Tu respuesta era obvia.
Nos presentamos, me dijiste tu nombre y quisiste adivinar el mío, hasta que te pregunté por robin hood pudiste adivinar. 
Era una tarde fría, asi que te aventuraste a hacerme una invitacíon por un chocolate y unos churros clásicos de coyoacán. Acepté, no tenía mucho que perder y tenía mas por conocer. 


Camino hacia nuestro destino, recordé a sanz "hay personas que no consigues olvidar jamás..." y sonreí, mientras tu me observabas y seguimos nuestro sendero. 


Pasamos la tarde entre chistes tontos, charla, chocholate y churros, y la mágica ch que, sin saberlo se había convertido en el inicio de algo inesperado.

Escuchando Pablo Milanés-Te amo "Mi soledad se siente acompañada..."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No es por nada, pero cuando escribes así, realmente parece que uno está ahí, contigo, viviendo el momento.

Me late, no dejes de hacerlo.

SUHEYL dijo...

Excelente descripción de los momentos en tu tiempo mi bella amiga, me encanta que compartas tanto.

Sabes? tengo la misma sensación con las obleas de colores, gracias por recordármelo.

Hay personas que no olvidas, y rodeadas de ciertas situaciones se vuelven leyendas. Que lindo tu momento, que lindo que lo compartas, que lindo que me sienta parte de el.